domingo, 14 de octubre de 2018

Alas De Plástico


Tus alas son algo hermoso. Su brillo siempre se hace notar y todos quisieran tenerlas. Son aquello que te hace único.

Pero hay una cosa que no me gusta de ellas. Algo que no me cierra.

Lo malo de tus alas doradas es que solo se abren cuando encuentras a alguien que no las tiene. Tus ojos sienten vergüenza al verlo y eliges el camino solitario. No importa que sea más largo, y tampoco importa mucho que la sombra de ese moribundo infeliz tienda su mano putrefacta, invitándote a conocer el suyo.

Siempre te alejaste del peligro. Te han contado la misma historia muchas veces. Sabés que eso que está ahí parado es peligroso. ¿Por qué esta vez sería diferente?. Él no tiene alas.

Esa presencia oscura y nauseabunda basta para que los circuitos de alfombra persa de tu cerebro se descalibren. Simplemente no hay posibilidad de que él sea como vos. Él no tiene alas.

Esa mueca de asco que se dibujó en tu rostro cuando viste el suyo, carbonizado por un sol infinito, es perfecta. Es arte de dioses y del mas bello. ¡Qué hermoso sería tener pincel y lienzo en este momento!

De todas formas no estoy triste. Este es el único retrato que puede repetirse una y mil veces más.

No te atrevés a preguntarle si recuerda el calor de un abrigo cuando el frío y la noche se ciernen sobre su cuerpo. Nunca va a cruzar por tu cabeza preguntarle qué es lo que siente. Si cree que la vida fue injusta con él y demasiado justa contigo. Si tuvo alguna vez un sueño donde gente de alas como las tuyas se mecían en su cuna de asfalto.

El que te gritó desesperado que la vida da mil vueltas siempre habló con un sordo.

Con tu indiferencia minaste durante años todas y cada una de las esperanzas de ese corazón hambriento que te pidió lo que a vos nunca te faltó. Algo mínimo para seguir latiendo y hacerlo por quienes lo esperan siempre con esa sonrisa que no conoce de derrotas.

Tu egoísmo existencial solo abrió las puertas de su mansión cuando los seres sin alas te ofrecieron su sudor; algo que nunca cruzó tu frente. ¿Qué mejor muestra de agradecimiento que el de reafirmar aún mas ese odio enfermizo y pagarles en minúsculas?

Tus alas doradas son algo hermoso para ver. Pero no te pueden alejar del peligro porque no sirven. No pueden volar.

¿Por qué?

Porque son de plástico.

No estoy acá solamente para nombrarte todos y cada uno de tus errores. Voy a decirte algo que quizás te sirva.

La gente sin alas siempre las tuvo.

Existen muchos ángeles terrenales con alas hermosas, que se extienden cada vez que aman. Que se agitan cada vez que parten su pan, que ya es poco estando entero, para darlo al que no conocen, pero que sufre como ellos.

Sus alas son más grandes que las tuyas. Y lo mejor de todo, no son de plástico.

¿Querés volar? Voy a pedirte que seas todo aquello que te hace mal por última vez.

No tenés que tener piedad. Matá sin compasión al incapaz de cambiar que camina riendo por tu mente. Tirá con fuerza y con odio de lo que cuelga sobre tu espalda y que queda tan feo. Después volvé a mirar al que crees peligro a los ojos.

Al fin pude conseguir pincel y lienzo. Esto sí que no me lo pierdo.

¿Ahora lo ves bien? Que lindas alas tiene, ¿no?

Con el tiempo también te saldrán a vos.

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